Esta singular institución del departamento Vera, en el norte santafesino, rescata y recrea, al tiempo que lo pone en valor, un quehacer simbólico, cargado de historias de vida e ilusiones: el tejido, los telares. El Aromo nació por iniciativa de un grupo de mujeres que, hacia 1964, había fundado una cooperativa textil. Ellas se habían dedicado al trabajo artesanal del tejido, aprovechando la lana proveniente de la cría de ovejas; luego realizaban vistosos tejidos, coloridos, teñidos con productos vegetales de la zona. Especialmente uno: el aromo, árbol autóctono de la región. Aún hoy esa actividad se lleva adelante, con telares ancestrales, construidos con ayuda de familias y personas idóneas que acompañan el proyecto. En la actualidad el Museo El Aromo exhibe piezas que testimonian los comienzos de la actividad en la región: ruecas y telares, entre otras. «Es un espacio que afianza nuestra identidad cultural», expresan sus gestores.
La fecha de creación de aquella cooperativa textil, aquellos telares, confluye también con la creación de la comuna de Fortín Olmos, hacia 1964. Originalmente, el pueblo fue un asentamiento alrededor de un fortín establecido por el general Manuel Obligado; se le llamó Olmos en homenaje al apellido de otro general, que secundó a Obligado en la línea de fortines que unía Reconquista con Tostado en la segunda mitad del siglo XIX.
En 1880 Fortín Olmos quedó dentro del inmenso de latifundio de casi dos millones de hectáreas que el entonces gobernador Iriondo entregó a la banca inglesa Murrieta en pago de un empréstito. Iniciada en la zona la explotación del quebracho colorado a manos de la empresa taninera La Forestal, Fortín Olmos se convirtió en un centro secundario de dicha firma.
