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Museo Histórico Presbítero Guillermo Lagger

Historiadores, arqueólogos y antropólogos coinciden en subrayar la impronta de la localidad de San Jerónimo del Sauce: acaso porque fue fundada por el brigadier Estanislao López en 1825, porque en aquella fundación coincidieron, para su poblamiento, pueblos originarios de abipones, mocovíes y también algunos criollos, y quizás también porque la Capilla San Jerónimo es, en sí, un relicario único en la provincia.

Hacia 1825, Estanislao López, a la sazón gobernador de Santa Fe, propuso el traslado de la reducción de indios abipones desde San Jerónimo del Rey —hoy Reconquista, fundada en 1748 por los jesuitas de la Compañía de Jesús— al paraje El Sauce, cincuenta kilómetros al oeste de la ciudad de Santa Fe, con el fin de neutralizar el peligro de sublevaciones. A aquella vieja reducción norteña debió su nombre el nuevo poblado; los sauces, que proliferaban en la región y eran referencia del paraje, completaron la identidad.

Los pobladores arribaron desde el norte santafesino con una imagen de su santo patrono, una talla en madera policromada de San Jerónimo que los jesuitas habían traído de Europa y que aún se conserva en la iglesia del pueblo, ubicada frente a la plaza central; este templo es el que aloja al Museo Presbítero Guillermo Lagger. La Capilla San Jerónimo fue declarada Monumento Histórico Nacional en 1983 y el museo en su ámbito se creó en 1987.

Su acervo se distribuye en dos salas. Una guarda una colección de imaginería religiosa y elementos de los primeros pobladores abipones y mocovíes; entre lo religioso destacan una talla en madera de San Juan Evangelista del siglo XVII (traída también por los jesuitas desde Europa) y una cruz con madera del Monte de los Olivos, Israel, fabricada por uno de los sacerdotes franciscanos que estuvieron en el Sauce (los frailes llegaron al lugar después de que los jesuitas fueran expulsados de sus dominios americanos por el Vaticano). La otra sala, en tanto, aloja objetos y enseres de vida cotidiana de los primeros inmigrantes europeos que llegaron al lugar. El Museo Presbítero Guillermo Lagger es una referencia en el programa museográfico santafesino.

La iglesia primitiva, habilitada en 1826, fue centro evangelizador para abipones y mocovíes. En 1835 comenzó a construirse la actual capilla, que se supone comenzó a funcionar hacia 1841. En un informe de 1867, el prefecto de las misiones del Chaco, fray Bernardo Arana, dice que al hacerse cargo del Sauce, en 1862, continuó las obras de la iglesia, pintó su altar y retablo y terminó la espadaña. La iglesia fue concluida en 1929 y en la actualidad sigue siendo el lugar más relevante del conjunto urbano. Tiene un atrio cubierto y una puerta de acceso (que provino de un templo de la colonia San Jerónimo Norte); es de nave única, con techo a dos aguas cubierto con tejas colonia- 

les; su fachada carece de ornamentación, se jerarquiza con la espadaña de líneas simples y geométricas. Hacia 1929 se pintaron sus paredes interiores con estampados por plantillas. El entablonado destinado a alojar al coro se apoya sobre ménsulas de madera, labrada con tradicionales recursos expresivos de la arquitectura artesanal del nuestro Litoral.

San Jerónimo del Sauce conserva actualmente ese aspecto colonial que lo caracterizó cuando su fundación y con él convive, también, la arquitectura italiana de principios de siglo XX traída por los inmigrantes; un ejemplo de ello es el edificio donde funciona la Casa de la Cultura y Biblioteca.

En esta localidad, además, se conformó el Cuerpo de Lanceros del Sauce; tropa del gobierno provincial encargada de custodiar la frontera frente a los malones, participó en la protección de las primeras colonias agrícolas organizadas de nuestro país: Esperanza en 1856, y San Jerónimo y San Carlos en 1858.

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