MUSEOS

Museo Municipal de Arte El Antigal

La narrativa de este museo es la historia misma de la artista plástica esperancina Eva Hilda Erni (19192012). Esta casamuseo de aspecto humilde y pintoresco era un lugar destinado a la cría de gallinas que la familia de Eva compró hacia 1960 y donde la artista, previa remodelación del espacio a modo de taller, se instaló definitivamente en 1985. Eva, que ya tenía sobre sí una prolífica trayectoria artística, siguió allí pintando y esculpiendo hasta su deceso, en 2012. Pero hacia 1998 ya había donado su casataller a la Municipalidad de Esperanza para que, cuando ella faltase, aquella se convirtiese en un museo con su legado.

Así nació este singular museo de arte, que funciona como tal desde 2016.

Su acervo son pertenencias de la artista (mobiliario y objetos), distinciones a su labor y trayectoria, herramientas y materiales con los que realizaba su trabajo y veintiséis obras pictóricas que se conservan en exposición permanente, además de algunos relieves en paredes y esculturas. La denominación «El Antigal» fue escogida por Eva y significa lugar antiguo y místico.

Eva Hilda Erni nació en Esperanza el 14 de enero de 1919, era hija de María Victoria Heinzen y Adán Erni, y nieta de inmigrantes suizos fundadores de la colonia, provenientes del Cantón de Argovia. Contrajo matrimonio y tuvo dos hijas. Desarrolló su creatividad en teatro, escritura (editó un libro de poemas, El árbol me pidió una Cruz), tallado y tejido. A sus treinta años todo eso se expandió cuando comenzó sus estudios en el Liceo de Bellas Artes, hoy Liceo Municipal José Pedroni, de donde egresó en 1958 con el título de Modelado, formando parte de la primera promoción de artistas plásticos esperancinos. Como escultora, representó animales y figuras humanas. En la década de 1990 sus obras fueron un homenaje a los colonos y al trabajo agrícola. La principal característica escultórica de estas obras son su simpleza y rusticidad. Posteriormente, Eva adoptó la vanguardia plástica del naturalismo figurativo como estilo propio; ella nombraba este camino como «pintura sin pintura», debido a que se trataba de una técnica de collage que combinaba elementos naturales: tierras, rocas, caracolas, líquenes, cortezas, hongos, crines, plumas. Su trabajo ha sido expuesto y reconocido en Argentina y otros países; en 1982 viajó a Italia y entregó un Cristo Sufriente al Papa Juan Pablo II.

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