Lucen en el museo antiguos recipientes de cobre, bronce y madera de roble, donde y también se explica sobre las materias primas básicas, además del agua, claro está, para la fabricación de cervezas: maltas de cebada germinada, tostada y caramelizada; lúpulo peletizado y levaduras que sirven para la fermentación.

Otra sala exhibe evolución en el tiempo de latas, botellas (al principio de cerámica; luego las «porrón» de España) y barriles (primero eran de madera de roble y se fabricaban en la misma Cervecería Santa Fe; luego se remplazaron por otros de aluminio hasta llegar a los de acero inoxidables).

Ocupan un lugar destacado los primeros tipos de vasos: cívico, imperial, hasta llegar al llamado liso, una tradición que se conserva desde 1930 hasta la actualidad. Tomar liso en Santa Fe es una tradición única en el país y hace referencia beber cerveza en un vaso de vidrio fino, de 250 centímetros cúblicos, sin talladuras, como le gustaba hacerlo al primer maestro cervecero que tuvo la fábrica, Otto Schneider. De ahí en más, lo adoptaron los santafesinos como medida ideal. En esa me-

dida de vaso, se conserva mejor la temperatura y se puede observar lo cristalino del producto, al tiempo que se servía (y se sirve) una cerveza en especial, de barril, sin pasteurizar (esto la hace más suave y liviana). «Sólo se consigue en Santa Fe», subrayan desde el Museo de la Cervecería.

Y, como no podía ser de otra manera, una sala de la planta alta proyecta un video homenaje a Otto Schneider, primer maestro cervecero que tuvo Cervecería Santa Fe, el creador de recetas de marcas emblemáticas de la compañía. «Antiguos Bares», en tanto, es una sala donde mesas, sillas, choperas y mesadas recrean ambientes inolvidables de la tradición cervecera santafesina.