Se trata de un inmueble cargado de significativa historia para la localidad y para la provincia toda: allí, hace más de cien años, funcionó una fábrica de leche congelada (un invento, singular y único en ese tiempo, de un uruguayo, Carlos María Reyllis) que llegó a contar con sucursales en otras provincias argentinas, exportó y hasta tuvo una usina eléctrica propia. La leche se preparaba en panes congelados y también se fabricaba una especie de helado de distintos gustos. Vecinos del lugar recuerdan que para las festividades de Llambi Campbell los dueños de la fábrica donaban estas barras de helado. Por problemas económicos, la fábrica debió cerrar y se cree que la patente de invención de sus particulares fabricaciones para la época fue vendida a Estados Unidos.
Este fue el sitio elegido para el funcionamiento del museo. Entre 2010 y 2011 se realizaron remodelaciones y reciclajes del antiguo edificio, pero conservando su estructura y fachada originales; esta última está asentada en barro y construida con ladrillos de adobe.
En las vitrinas del museo se pueden observar muestras itinerantes de elementos personales que fueron donados a lo largo de estos años por familias del lugar. Entre estos objetos se destaca el reloj que perteneció a Paulino Llambi Campbell, fundador del pueblo.
El museo también está disponible para actividades culturales diversas de instituciones de la localidad. Su actividad además es apuntalada por la Asociación Amigos del Museo, constituida en 2011.